domingo, 1 de julio de 2012

Hola, mi alias es rogrados que se deriva del nombre de usuario que me asignaron en los servicios de cómputo en mi periodo de estudiante de posgrado en El Colegio de México (COLMEX). Aunque la selección de ese nombre de usuario no estuvo en mis manos, me agradó y desde entonces lo he asumido para diversas situaciones, incluida esta bitácora personal. El gusto por este nombre de usuario se debe a que permite identificarme con la nueva persona que se derivó de mi paso por el COLMEX. En específico, hace referencia clara a mi primer nombre, Rogelio, que representa a la parte de mí que surgió de la experiencia aprendida y adquirida en el rompimiento que tuve con mi familia y en el proceso de construcción consciente de mi actual personalidad. Para mí es clara la diferencia entre Omar y Rogelio, aunque este último aun no logra superar los temores del primero y ha perdido aspectos valiosos que éste tenía.

La intención de esta bitácora personal es retomar una actividad que solía hacer Omar por escrito y que ahora hago parcialmente: mirar hacia adentro. Cuando tenía cinco años comencé a escribir un diario. En él, aunque sólo reportaba lo que me sucedía, también me enseñó a reflexionar sobre mi forma de ser y sentir, a cuestionarme decisiones e ideas, a planificar, a hacer cortes de caja de mi vida, etc. Esta capacidad de reflexionar y mirarme hacia adentro es una característica que me define como el individuo que soy. Me agrada y satisface tener esta cualidad, aunque hay momentos en los que me gustaría ser más impulsivo, correr mayores riesgos, tener menos miedo a equivocarme.

Escribir en mi diario fue una actividad regular hasta que ingresé a la secundaria, etapa en la que mis anotaciones fueron mucho más irregulares hasta desaparecer por completo en la prepa. Como ahora, recuerdo que uno de mis últimos registros en mi diario fue una noche en la que no lograba conciliar el sueño porque estaba pensando sobre mí y mi futuro. En ese momento, la inquietud que me invadió la logré aplacar vaciando en las hojas de aquel diario las ideas que me inquietaron. Veintidós años después la inquietud retorna con mayor fuerza y, nuevamente, intentaré aplacarla, analizarla y encauzarla de la misma manera, mirando hacia adentro y registrando lo que halle.